Tilda la gallinita valiente apareció una noche de tormenta, venía temblando.
Me pidió que no le hiciera preguntas , solo necesitaba un lugar en el que descansar y olvidar.
Un día que se encontraba mejor me contó cual fue su historia:
De joven había empezado a trabajar en una granja cerca del mar. Era su primer trabajo y todos los días iba contenta e ilusionada.
El trabajo era duro pero a ella no le importaba, siempre le habían gustado los retos ,las cosas fáciles le aburrían.
Poco a poco se dio cuenta que no encajaba en aquel lugar pero empezó a acostumbrarse.
Cada vez fueron dándoles más y más tareas, hacía auténticos malabares para terminarlas, acababa agotada .
Siempre tenía miedo de no estar a la altura pero lejos de rendirse daba mucho más de lo que le pedían .
Las demás gallinas nunca la aceptaron, al principio Tilda no lo entendía pero con el tiempo terminó acostumbrándose .
Pasaron muchos encargados por la granja y todos acababan encantados con Tilda.
Pero un día su suerte cambió: uno de los encargados llegó muy borracho e intentó desplumar a uno de los gallitos .
Tilda junto a otro par de gallinas valientes le plantaron cara y les dio un ultimátum a los dueños de la granja . No estaban dispuestas a trabajar para un encargado de esta calaña pero los dueños decidieron darle otra oportunidad.
A partir de aquí la vida de Tilda cambió, tod@s aquell@s gallinas que le habían pedido ayuda le dieron la espalda no le dirigieron la palabra. El encargado se ocupó de irla acorralando.
Tilda quedó sola, pero no tenía más remedio que aguantar, eran muchos los que dependían de ella. Podía entender que el encargado la maltratara pero lo que más le dolía eran el rechazo de los compañeros a los que había defendido.
Fue creándose una coraza pero su corazón cada vez estaba más roto.
Agachó la cabeza y se acostumbró a la situación, pero Tilda tenía algo que hacía que se revelara.
El único poder que tenía el encargado sobre ella era el miedo, comprendió que si no le mostraba miedo no le haría nada.
Llegó el momento que Tilda levantó la cabeza y miró al encargado a los ojos , le demostró que no le daba miedo aunque por dentro temblaba.
Se enfrentó una y otra vez y por fin este encargado desapareció.
Tilda volvió a respirar, las gallinas volvieron a hablarle, no les guardó rencor, entendían que ser valiente era difícil .
Siguió con su trabajo , llegaron encargados nuevos y Tilda volvía a ser feliz aunque ya no era la misma de antes.
Pero de nuevo llegó un nuevo encargado… Y éste si que daba miedo… mucho … mucho…. ¡miedo!…
Cada vez que pasaba por el lado de Tilda se le ponía la piel de gallina.
De nuevo comenzó un calvario pero esta vez su cuerpo y mente no lo pudieron soportar .Por mucho que lo intentó su cuerpo no respondía .
Cayó enferma y …la echaron de la granja, ya no les servía para nada.
La pobre Tilda vago por el campo sin saber dónde acudir .Había pasado 40 años dándolo todo en aquella maldita granja y ahora no sabía que hacer.
No se me ocurría la manera de consolarla y desde luego no le diré la maldita frase «no te preocupes que cuando una puerta se cierra otra se abre» .. Es lo último que Tilda necesita escuchar.
Simplemente le tendí mis brazos y le ofrecí lo único que puede ayudar :todo mi cariño y comprensión .